domingo, 17 de julio de 2011

Simulaciones de Marco, Wilson y sus 15 vacas


Primera simulación o decimoquinta esencia de Marco:

Barranca abajo la vida se va al tintero, la bruma que destiñe el camino no dibuja la línea y yo aprieto el acelerador y sigo. Sin estas horas no soy ni me traigo, mi rostro no da al espejo ni se mira. donde voy a poner los sueños que cargo en mis 15 vacas si piro y me bajo? en que banquina me guardo cuando en el malón del viento me opaquen las penas y ninguno de mis amuletos esté cerca y me mire fijo y bobalicón como yo los miro.

[Ciertas veces creo que ellas, espejos infinitos de mis días me leen, me cargan.

Simulación segunda o Wilson detiene el tiempo y recorre el mundo:

Puedo decirles que desde el lejano cielo del que les digo veo y nos descubro tal cual somos. algo de mí entre desatento y perdido observa virar la vida , las cosas, la gente y mira a través del prisma de los ojos de estas 15 vacas que por suerte y en este instante son solo mías.

Mirando fijo tras sus pupilas descubrí que el aroma de los jazmines no proviene de las blancas flores, sino del millar de seres que anhelan amarse en cualquier esquina y en toda vereda en el preciso momento en que inspiras.

Recuerdo también sin vaguedad la madrugada en que meta coca y acuyico descubrí que el mundo gira sobre si mismo, yo había tenido ciertas alucinaciones al respecto pero mi médico me dijo que esas, eran cosas de las alturas y no debía confiar, y ese día yo supe y nunca más fui al médico.

Siempre que estoy acá arriba investigo y conozco todo lo que puedo, urgo las pupilas de mis 15 vacas y tras ellas veo el mundo, corazón y papelitos, tierra calorada, escarcha, llovizna, el mundo ni se conmueve con mis 15 vacas pero de ellas vive y se alimenta, y aunque pronto van a ir a parar a una mesa o una parrilla, mis vacas son grandes tinajas de donde la sed de todos bebe sus ansias.

Además en mis tiempos de descanso tengo otras pequeñas fascinaciones, acá arriba tan lejos y tan cerca penetro sus ojos y les huelo la sonrisa, y en el frenesí de la mañana, agito las hojas para que canten, barro el otoño, detengo el tiempo unos segundos y doy luz al día.

Tercera simulación o la última existencia:

A estas altura no las nombra nadie, y como todas las cosas que no se nombrar dejan de existir, acá arriba todo lo que conozco ya no existe, supongo que hay un bagayo grande en cada extremo del camino que debo alzar una vez terminado para ser nuevamente lo que soy cuando no estoy con mis 15 vacas. Todo lo que es mi mundo se esfuma en un zigzag, en el vaivén del camión y solo queda el abismo a uno y otro lado, y yo, él, yo, las 15 vacas y un cielo infinito que nos come a pedazos.

A pleno

Aposté la carta y me fuí a pleno.

Tengo un parche que me agita el pecho

duerme y viaja conmigo, me trae

aclamando la sed, palpito y jubilozo.

La angustia de no verme se rajó, se fué,

buscó refugio en el pasado y la duda

- porque donde caen gotas de rocío no siempre se escarcha -.

Los días como hojas, los libros como almanaques

la vida que llega y se eleva en el ancho, la baqueta.

Alzo la mano y caigo,

soy la estela de los pasos que me anteceden,

y en ellos bailo.

I

Todo el mundo acaba en tus ojos

lágrimas de mi risa caen al vacío y ruedan

tu cuerpo basto y animal

de carne visceral y finitiva se desparrama.

Voy a caerte inmenso como la aurora

Como la noche a caer de pleno de un solo tramo

lo que conocí aún sin verte

Se extingue y desvanece, humo de cigarro

agua en el cuenco de tus manos que escurre

El mundo se extingue en rededor

y un viento de quietudes

arrima el polvo de sus restos a tu mejilla iluminada.

Te amaré de una vez por todas

a erizar la tarde en un baldío

solo un suspiro resuena.

sábado, 5 de febrero de 2011

de Denso y sujeto

Denso

Por la fisura misma donde quebrás partiendo mitades,

multiplicadora máquina que muele rincones malogrados

quietudes a la espera

fulminantes testigos viendo todo roer.

La gota machaca la piedra hasta socavarla,

perforadora sustantiva tenaz y perpleja, así

mi angustia fue angustia de otros, muerdepolvos

penetrados a tajo liso y sin fondo dentro del cuero, curtidos.

Otros que ansíos se buscaron, ajenos y corruptos a dar y recibir

egoístas de cuidarnos solos, vagabundos de ser en lo marchito

barcas remeras del lodo, aliento en el aire pesado y húmedo

en el aire mercurio que no circula nunca.


Las palabras

Me siento acá, y nada sale

hago mi trabajo diario y me hurgo insipiente en la búsqueda

que es mucha y no acaba, y alborota el día en el sincero.

Las palabras son cuerpos vacíos, las llenan los sentimientos

mausoleo de sentires en letras que huele dulce y fulgor

lamparita, cuando luz y semilla,

y apesta a huesos muertos, a carne podrida cuando apaga.

Las palabras me queman en la hendija indagadora.



En la ciudad

Doblo la esquina, reparto el aire que se acumula

en plena cuidad desolan seres como huidos.

Quien cobija el cuerpo en su destino de polvo y gusanos?

Quien acompaña sobre el surco pa’ no ser solos? Huérfanos de horizonte.

Ensordecidos a bocinazo limpio y tumultuoso, a auricular barato

desechable, made in china, valor de la vida globalizada.

Viajan piernas, brazos atajos de distancia, espaldas, manos de uñas pintadas,

rodillas robustas, sueños huecos, aniquilados de olvido, ojos estupefactos y estúpidos

senos perfumados, labios inagotables y porfiados que esgriman palabrotas de nada.

Un niño viste el asfalto cuajando el crepúsculo en el misterio

una paloma picotea del piso migajas ángelas como tesoros arrimados

el sol pega en los ojos. Una mariposa partirá la mañana.

de Chichilo y el bar

Chichilo y el bar


Quien más con espinas sienta a la mesa años de tazas, servilletas, café, sobres de azúcar que se alzan dentro del mundo que es este bar urgido entre paredes. Un tránsito de barrio, poetas y musiqueros que se encierra en el alivio, en el descanso que atiende Chichilo.

El tiempo detenido guardó el paisaje añoso postrado en el estaño, destino inmóvil detrás del vidrio.

Cuantas voces conoció este mesero, ángel palomar en bordó almidonado, adherido adherido. Cuantas palabras calladas, hombres crudos, vaciados a oficina barata y destartalada repleta de humo, humedad, baratijas.

Los amores de este barrio quemaron las sillas, las mesas que el Chichilo atiende, fundaron sueños y desvanecieron sobre el rincón atajado de la memoria, y él servía lágrimas en vasito y buenos días en tostados, con la Okebón en la lata y el frasco de azúcar inmenso y comunitario. Este hombre, este bar, esta vida del socialismo, ecología pura de la humanidad cafetera. Alguien duele y él escucha, despeja la mañana entre medialunas y surtidos, los diarios son de todos, en este mundo algo se usa, se lee y no se compra, como Chichilo hace con la vida del que llega y se marcha.

Desde su taburete a puro hueso el mameluco no más sustento, de piernas quebradas y miradas perdidas, el ángel aguarda con la exprés sobre la barra, las horas no pasan.


El baile

Cual será la vida de chichilo? Fue ese bar tantas veces que no recuerda. Los que conocemos las horas de cafeces y cigarros, de vermú y papa frita, no sabemos nada del Chichilo.

Este mozo anduvo cielos nocturnos cepillando botines, mujeres amaron su cuerpo pálido, su esqueleto de carnes idas, y él amó su lugar de pibe entre balero y chapitas, con el lechero en la puerta y su juguete de lata.

Las horas han vuelto en sí y lo ponen frente al espejo. El viejo se cuela en la sonrisa, mueca victoriosa y socorrona, acomoda la camisa, sale a la calle, la noche apremia, entre guirnaldas florecidas se perderá pronto en la milonga.

El bar de puertas cerradas cuida el alma del Chichilo, mientras su cuerpo baila.

viernes, 31 de julio de 2009

Perfume

[el poeta que no habla y se dibuja en la acuarela del lápiz

al vaivén de la lapicera]


Son las tres y el ángel de tu mano me sujeta

germinal y fecundo en la siesta

es de vos mi recuerdo traído a tus pechos

palomas de olas y anido.

Yo tengo mi voz de callada, mis canciones

trapo izado y flameador al viento de tu boca

nacido de este tiempo a tus labios compañera

tu decir de cantora, tus amores, tu dolencia.

Casi acabo por dormir a párpado muerto

me desplomo, cierro y te veo,

hace noches te tuve, desnudez

estrujo que alimenta y vacía los pulmones.

Son las tres y quince y tu sombra es un perfume

que aún ocupa mi almohada.



Aguijón

La niña de tus labios a clavado su aguijón en mi solapa

la llevo venidera y cautiva

ella despierta un invierno de hastío

clava la muerte a la vera del camino, no se persigna por nada de eso.

Mi desierto de semilla, de aljibe y otoño

despierta y muda sobre tus labios, alcobas de susurro y bocanada

ángeles milagreros, escobas de barrer

el patio de la casa.



Países

Decime de vos tus países, tu norte

tu manto nocturno alazán, donde se descuelga el ocaso

tus pechos de flor y flor, de granos café perfumados

tu cardinal de huraño, tu terruño.

Si paso por ellos arroyo travieso. Orado!

De mí tomás y bebés, y a vos debo el continente.

Me ven pasar, me escuchan y huelen, se quedan

prisioneritas se estelan e iluminan, tus geografías

se reparten mis extensiones y me miran

mis manos a tus montañas esculpiendo arcillosa tu cintura,

mi derrame, hacia el barro húmedo y genital

que acaba por rodearme oceánico como un abrazo,

mis pies a tu raíz austral y finitiva.

Paso a paso como labriego te camino, convite de sol

descubro tu suelo fértil, tu tierral

me hundo en la pica, en el rastrillo me abandono

a la distancia de tu sonrisa y broto.

Tengo una sed entera de vos

soy un río forastero

que cruzando une tus desconocidas fronteras.

sábado, 18 de julio de 2009

ANGELARIAS

Los espejos I



Si cerraba la puerta como una mejilla pálida y desierta

no vendría la flor sobre el árido,

la luz sobre la hendija a sacudirme

bajo agua y revuelto, como nocturno sobre nocturno.

Las noches, en su abismo de mujer impenetrable.

Donde terminan las noches?

Cuando un espejo inmenso se descubre

el cuerpo en lo finito se dilata - entregas del habla y el escucha -.

Del batir de las hojas nacen la tormentas

arremolinando este otoño a colarnos el pasado,

bocanada estrépita y temblor, agite y espirales.

El principio desde lo genuino y fulguroso nos habita, queda.


Parpadeos


He despertado y el río en su socava se detuvo,

tajaba la tierra con el surco fecundo, intenso,

y ante la brisa se detuvo.

Conocedor de sus silencios olió el perfume

- un tranco del ser se despliega en los sentidos del que siente mientras es -

La brisa, antigua hembra entre arboledas,

seductora en su quietud desnuda,

diosa plañidera del páramo,

regresa a dar su aroma.

El río estupefacto y desconocido la contempla

poderoso en la estela del fugaz

el río se detuvo y amó descubriendo lo que conocía.

Hubo hombres y mujeres del mundo que al sentir eso parpadearon,

juntos y al mismo tiempo, solo una vez

y no lo comprendieron.


La quietud primera

Una fisura en el tiempo se abrió entre los días taciturnos

un tajo de cuchillo afilado cortando silencios,

entrando tempestades como relleno de muñeca,

de almohadón aterciopelado y antiguo en casa de tía solterona

oliendo a gato, a pelo rancio y sebáceo

almizcle brutal que llega a los poros.

Cuando el tiempo espirala y nace desde su centro, gira

se detiene en el clic, clac, clic, clac, relojes dan la hora

y el tiempo no va a ninguna parte.

El péndulo en lo máximo de su movimiento, al dar el clic, al dar el clac

se reconoce marcando el paso del mundo, del hombre que lo ha creado.

Lleno en la quietud de su hora maldita, infernal y basta

no va a ningún lado, desde su lugar inerte y estupefacto fisura el tiempo.

Yo, miro esa hendija y me relamo, soy el gato su lengua sobre la herida.

La quietud es un silencio hondo y perezoso desplegando luces.

El socavón, se está iluminando.