sábado, 5 de febrero de 2011

de Chichilo y el bar

Chichilo y el bar


Quien más con espinas sienta a la mesa años de tazas, servilletas, café, sobres de azúcar que se alzan dentro del mundo que es este bar urgido entre paredes. Un tránsito de barrio, poetas y musiqueros que se encierra en el alivio, en el descanso que atiende Chichilo.

El tiempo detenido guardó el paisaje añoso postrado en el estaño, destino inmóvil detrás del vidrio.

Cuantas voces conoció este mesero, ángel palomar en bordó almidonado, adherido adherido. Cuantas palabras calladas, hombres crudos, vaciados a oficina barata y destartalada repleta de humo, humedad, baratijas.

Los amores de este barrio quemaron las sillas, las mesas que el Chichilo atiende, fundaron sueños y desvanecieron sobre el rincón atajado de la memoria, y él servía lágrimas en vasito y buenos días en tostados, con la Okebón en la lata y el frasco de azúcar inmenso y comunitario. Este hombre, este bar, esta vida del socialismo, ecología pura de la humanidad cafetera. Alguien duele y él escucha, despeja la mañana entre medialunas y surtidos, los diarios son de todos, en este mundo algo se usa, se lee y no se compra, como Chichilo hace con la vida del que llega y se marcha.

Desde su taburete a puro hueso el mameluco no más sustento, de piernas quebradas y miradas perdidas, el ángel aguarda con la exprés sobre la barra, las horas no pasan.


El baile

Cual será la vida de chichilo? Fue ese bar tantas veces que no recuerda. Los que conocemos las horas de cafeces y cigarros, de vermú y papa frita, no sabemos nada del Chichilo.

Este mozo anduvo cielos nocturnos cepillando botines, mujeres amaron su cuerpo pálido, su esqueleto de carnes idas, y él amó su lugar de pibe entre balero y chapitas, con el lechero en la puerta y su juguete de lata.

Las horas han vuelto en sí y lo ponen frente al espejo. El viejo se cuela en la sonrisa, mueca victoriosa y socorrona, acomoda la camisa, sale a la calle, la noche apremia, entre guirnaldas florecidas se perderá pronto en la milonga.

El bar de puertas cerradas cuida el alma del Chichilo, mientras su cuerpo baila.

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