sábado, 5 de febrero de 2011

de Denso y sujeto

Denso

Por la fisura misma donde quebrás partiendo mitades,

multiplicadora máquina que muele rincones malogrados

quietudes a la espera

fulminantes testigos viendo todo roer.

La gota machaca la piedra hasta socavarla,

perforadora sustantiva tenaz y perpleja, así

mi angustia fue angustia de otros, muerdepolvos

penetrados a tajo liso y sin fondo dentro del cuero, curtidos.

Otros que ansíos se buscaron, ajenos y corruptos a dar y recibir

egoístas de cuidarnos solos, vagabundos de ser en lo marchito

barcas remeras del lodo, aliento en el aire pesado y húmedo

en el aire mercurio que no circula nunca.


Las palabras

Me siento acá, y nada sale

hago mi trabajo diario y me hurgo insipiente en la búsqueda

que es mucha y no acaba, y alborota el día en el sincero.

Las palabras son cuerpos vacíos, las llenan los sentimientos

mausoleo de sentires en letras que huele dulce y fulgor

lamparita, cuando luz y semilla,

y apesta a huesos muertos, a carne podrida cuando apaga.

Las palabras me queman en la hendija indagadora.



En la ciudad

Doblo la esquina, reparto el aire que se acumula

en plena cuidad desolan seres como huidos.

Quien cobija el cuerpo en su destino de polvo y gusanos?

Quien acompaña sobre el surco pa’ no ser solos? Huérfanos de horizonte.

Ensordecidos a bocinazo limpio y tumultuoso, a auricular barato

desechable, made in china, valor de la vida globalizada.

Viajan piernas, brazos atajos de distancia, espaldas, manos de uñas pintadas,

rodillas robustas, sueños huecos, aniquilados de olvido, ojos estupefactos y estúpidos

senos perfumados, labios inagotables y porfiados que esgriman palabrotas de nada.

Un niño viste el asfalto cuajando el crepúsculo en el misterio

una paloma picotea del piso migajas ángelas como tesoros arrimados

el sol pega en los ojos. Una mariposa partirá la mañana.

de Chichilo y el bar

Chichilo y el bar


Quien más con espinas sienta a la mesa años de tazas, servilletas, café, sobres de azúcar que se alzan dentro del mundo que es este bar urgido entre paredes. Un tránsito de barrio, poetas y musiqueros que se encierra en el alivio, en el descanso que atiende Chichilo.

El tiempo detenido guardó el paisaje añoso postrado en el estaño, destino inmóvil detrás del vidrio.

Cuantas voces conoció este mesero, ángel palomar en bordó almidonado, adherido adherido. Cuantas palabras calladas, hombres crudos, vaciados a oficina barata y destartalada repleta de humo, humedad, baratijas.

Los amores de este barrio quemaron las sillas, las mesas que el Chichilo atiende, fundaron sueños y desvanecieron sobre el rincón atajado de la memoria, y él servía lágrimas en vasito y buenos días en tostados, con la Okebón en la lata y el frasco de azúcar inmenso y comunitario. Este hombre, este bar, esta vida del socialismo, ecología pura de la humanidad cafetera. Alguien duele y él escucha, despeja la mañana entre medialunas y surtidos, los diarios son de todos, en este mundo algo se usa, se lee y no se compra, como Chichilo hace con la vida del que llega y se marcha.

Desde su taburete a puro hueso el mameluco no más sustento, de piernas quebradas y miradas perdidas, el ángel aguarda con la exprés sobre la barra, las horas no pasan.


El baile

Cual será la vida de chichilo? Fue ese bar tantas veces que no recuerda. Los que conocemos las horas de cafeces y cigarros, de vermú y papa frita, no sabemos nada del Chichilo.

Este mozo anduvo cielos nocturnos cepillando botines, mujeres amaron su cuerpo pálido, su esqueleto de carnes idas, y él amó su lugar de pibe entre balero y chapitas, con el lechero en la puerta y su juguete de lata.

Las horas han vuelto en sí y lo ponen frente al espejo. El viejo se cuela en la sonrisa, mueca victoriosa y socorrona, acomoda la camisa, sale a la calle, la noche apremia, entre guirnaldas florecidas se perderá pronto en la milonga.

El bar de puertas cerradas cuida el alma del Chichilo, mientras su cuerpo baila.